Parabenos y benzofenonas. Éste es el nombre de los dos compuestos sintéticos que estarían contaminando nuestros cuerpos en forma de disruptores endocrinos, es decir, alterando la homeostasis normal de nuestro sistema endocrino. Para que podamos entender mejor su efecto, la homeostasis podría definirse como el equilibrio existente en nuestro cuerpo de modo que haya una constancia en la composición y las propiedades de nuestro medio interno. Dos ejemplos claros de homeostasis son el mantenimiento del equilibrio alcalinidad/acidez, o la regulación de la temperatura.
Los parabenos y las benzofenonas son compuestos típicos en los productos de higiene personal, como cosméticos, artículos para el hogar y fármacos. Los primeros se usan como conservantes en productos de higiene, bebidas, comidas y fármacos, mientras que los segundos se usan sobre todo como filtros ultravioleta para la protección solar en cremas y lociones. Dado el gran uso que les damos en nuestras acciones diarias, estos productos se producen en masa: miles de toneladas por año. Según datos de la Organización Mundial para la Salud (OMS), una persona ingiere diariamente 76 mg de parabenos a través de alimentos, medicamentos y el uso de productos de higiene.
Han sido investigadores de la Universidad de Granada los que han detectado la presencia de ambos compuestos en la sangre menstrual de 25 mujeres españolas. Lo han hecho a través de una sencilla metodología analítica que permite determinar la presencia de contaminantes orgánicos. Los expertos hallaron al menos 3 de los 10 compuestos tóxicos estudiados en todas las muestras.
Como explica una de las autoras del estudio en Plataforma SINC, Olga Ocón Hernández, “la biotransformación de parabenos y benzofenonas (asimilación por parte del organismo) depende de la forma de exposición, pero se sabe que se transforman en derivados más sencillos que pueden ser excretados fácilmente por la orina”.
PELIGROS DE LA EXPOSICIÓN
Como los mismos investigadores indican, y sumado a lo inicialmente expuesto, la exposición a estos productos tóxicos también se relaciona con un mayor riesgo de sensibilización alergénica, daño en el ADN espermático y endometriosis.
El motivo de la acumulación de estos tóxicos en el organismo es que nuestro sistema metabólico excretor no es completamente efectivo, lo que hace que estos compuestos puedan acumularse en diferentes compartimentos humanos, como tejido placentario y leche materna, entre otras localizaciones.
El 100% de las mujeres presentaban algún contaminante orgánico tras el análisis. Y los más frecuentes, el metilparabeno y la benzofenona-3, detectados ambos en el 96% de las mujeres.
ORINA, SUERO Y SANGRE MENSTRUAL
Hasta hoy, la mayoría de estudios epidemiológicos que analizan la relación entre niveles de exposición humana a contaminantes y salud suelen usar suero u orina. En este caso, no obstante, el objetivo de los investigadores fue establecer la presencia de contaminantes con posibles desórdenes menstruales o endometriosis, lo que les llevó a analizar la sangre menstrual.
El próximo objetivo del grupo de investigación es analizar un número de muestras de sangre menstrual significativo, que les permita establecer relaciones con los patrones de sangrado, riesgo de desórdenes menstruales y endometriosis.
OTRAS EVIDENCIAS
La relación entre parabenos y benzofenonas y la afectación en nuestro organismo lleva tiempo siendo objeto de controversia. Uno del 2016 aseguraba que ambos compuestos producen afecciones cutáneas y alteran el organismo de mujeres embarazadas.
El estudio en cuestión, publicado en la revista Environment International y realizado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España y el Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, afirmaba que la acumulación de estos compuestos en mujeres en estado de gestación provoca la alteración de algunos procesos hormonales, lo que podrían conducir a complicaciones de salud y afecciones en el feto.
En esa misma investigación se explicaba que los parabenos, así como otras sustancias, no acceden al organismo sólo a través de la aplicación cutánea, sino también a través de alimentos como el pescado y bebidas como el agua, ya que son conservantes aplicados a todos estos alimentos.
FUENTE l SINC, Europa Press