Calma. Ni sabemos a ciencia cierta si Pedro Sánchez sigue enamorado ni es nuestra intención saberlo. Él sabrá. Hace 18 años que se casó. Pero sí reconocemos que la carta de Pedro Sánchez, que mantuvo al país en vilo durante cinco días, no solo desencadenó un intenso debate político, sino que también arrojó luz sobre la naturaleza del amor duradero. La declaración de Sánchez sobre su profundo amor por su esposa, Begoña Gómez, suscitó preguntas sobre la posibilidad de que el amor perdure a lo largo del tiempo.
EL ENAMORAMIENTO DESDE UNA PERSPECTIVA BIOQUÍMICA
Cuando nos enamoramos, nuestro cerebro se convierte en una especie de laboratorio químico efervescente. Inicia en la corteza cerebral, donde una chispa despierta el sistema endocrino, lanzando al ruedo neurotransmisores como la dopamina, conocida coloquialmente como la “droga del amor“. Esta sustancia nos embriaga de euforia y placer.
¿Qué desata todo esto? Una combinación de atracción física y la sospecha de que nuestro afecto puede ser correspondido. Mientras tanto, el cerebro activa áreas como el hipotálamo y la corteza prefrontal. No solo se encienden las luces de las emociones, sino también se afinan nuestras capacidades cognitivas, lo que nos lleva a comportarnos de formas que probablemente no entienda ni nuestra mejor amiga. Vamos, que viene esa fase en la que todos te dicen: “ya volverás cuando vuelvas a ser tú”.
Investigaciones muestran que en esos momentos, algunas áreas cerebrales parecen fábricas en plena producción de dopamina, lo que transforma el acto de mirar a alguien que nos atrae en una experiencia casi mágica. Esto dura unos 15 meses. Pasado este tiempo la naturaleza decide bajar el telón de la pasión inicial y nos invita a adaptarnos a una fase más serena del amor.
DEL ENAMORAMIENTO AL AMOR
A medida que el fuego ardiente del enamoramiento empieza a calmarse, emerge un tipo de amor más tranquilo y duradero. Aquí entra en escena la oxitocina, conocida como la hormona del amor. Esta sustancia mágica fluye libremente cuando compartimos abrazos, besos y caricias, y se va tejiendo una relación de confianza, empatía y conexiones profundas.
Esta etapa del amor es como un puerto seguro en medio de la tempestad de la pasión inicial. Nos brinda una sensación de calma y seguridad y permite que la relación se enriquezca con una intimidad emocional más profunda y una complicidad que se fortalece con cada gesto de afecto. Es el amor en su forma más cálida y reconfortante.
EL PAPEL DEL COMPROMISO Y EL ESFUERZO
Sustentar un matrimonio sobre la euforia y pasión inicial puede llevar a desencantos. Desde pequeños, se nos inculca la idea de un amor de cuento de hadas, libre de conflictos y desafíos, lo que crea expectativas poco realistas sobre la vida en pareja. Nos hacen creer que encontrar a esa persona que cumpla con todo nuestro check-list es la clave de la felicidad perpetua. Pero, ¿qué sucede cuando la fase del enamoramiento disminuye y emergen las diferencias?
Laura Morán, una experta en psicología de parejas, decía en una entrevista en La Voz de Galicia que un matrimonio exitoso se construye sobre tres pilares fundamentales:
- La intimidad va más allá del amor inicial; implica una conexión emocional profunda y una confianza mutua con los que se crea un refugio seguro donde ambos miembros pueden ser vulnerables y apoyarse mutuamente.
- La pasión incluye la atracción física y sexual, pero también abarca un entusiasmo compartido por la vida, que permite mantener viva la energía y conexión en la pareja.
- El compromiso, finalmente, es la decisión de invertir a largo plazo en la relación, aceptando los altibajos y trabajando juntos hacia objetivos comunes.
Diversas investigaciones, por otro lado, han demostrado que las inversiones hechas en la relación, como el tiempo compartido, la energía emocional invertida y las experiencias conjuntas, son cruciales para la durabilidad del vínculo. A medida que una relación evoluciona, se transforma de una simple atracción a un compromiso más profundo en el que la protección, el cuidado y las inversiones tangibles como el tiempo y el esfuerzo juegan un papel fundamental en fortalecer y mantener el lazo.
Así, es crucial entender que el amor romántico es solo el principio.
LA EVOLUCIÓN DEL AMOR A LO LARGO DEL TIEMPO
De las investigaciones se desprende que las parejas pueden experimentar múltiples “amores” a lo largo de su relación, cada uno con su propio conjunto de desafíos y recompensas. No se trata de un único amor constante, sino de una serie de etapas que reflejan cambios en la dinámica y las necesidades emocionales de cada uno. Esta comprensión puede ayudar a las parejas a navegar mejor por las complejidades de la vida en común, reconociendo que lo que funcionó en un momento puede necesitar adaptación conforme cambian sus circunstancias.
Además de los desafíos emocionales y relacionales, aspectos prácticos pueden poner en tensión a la pareja durante su evolución a lo largo de los años. Por ejemplo, el tema del sueño. Si bien siempre se ha dicho que dormir junto a tu pareja aumenta la conexión entre dos personas, cuando esto se convierte en un problema (ronquidos, insomnio, etc.), que duerma cada persona en su cama puede ser “la salvación”. El “divorcio del sueño” es algo de lo que se ha hablado mucho en la literatura científica. ¿Quizás Pedro y Begoña no duermen juntos?
Este es tan solo un ejemplo de que manejar las dinámicas cotidianas es tan crucial como mantener la chispa del amor. Por ejemplo, la forma en que las parejas gestionan sus finanzas puede ser un factor significativo en la armonía de la relación. Hablar abiertamente sobre presupuestos, gastos y objetivos financieros comunes puede prevenir muchos conflictos. Asimismo, una división justa de las tareas domésticas contribuye en gran medida al equilibrio y respeto mutuo en el hogar. Establecer quién hace qué, desde cocinar hasta limpiar, puede evitar resentimientos y fomentar un ambiente cooperativo.
Respecto al tiempo personal, es esencial que ambos miembros de la pareja tengan la oportunidad de perseguir sus intereses y hobbies. Esto no solo enriquece la vida individual de cada uno, sino que también aporta frescura y nuevas experiencias a la relación.
Si la pareja tiene descendencia, es fundamental estar en la misma página en cuanto a su educación y crianza. Discutir y acordar técnicas y enfoques en la crianza asegura consistencia y un frente unido en todos los aspectos de ser padres y madres.
Por último, la manera en que la pareja comunica y resuelve conflictos puede definir la durabilidad de la relación. Establecer métodos de comunicación efectivos y estrategias para resolver desacuerdos es clave para manejar las diferencias sin escalar a conflictos mayores. Las parejas deben ser capaces de expresar sus necesidades, deseos y preocupaciones de manera constructiva y respetuosa.
En resumen, si bien el enamoramiento inicial puede ser fugaz, el amor duradero es posible con el compromiso y el esfuerzo continuo. Sin saber si es verdad o no, pero deseando que así sea (no le queremos mal a nadie), la historia de amor de Pedro Sánchez y Begoña Gómez es un recordatorio de que el amor puede perdurar y prosperar incluso después de décadas, siempre y cuando ambas partes estén dispuestas a trabajar en ello y a cultivar una relación basada en la confianza, la comunicación y el compromiso mutuo. Algo que no es baladí.