Hoy, revisando mi hilo de Instagram delante de mi café matutino, me ha llamado la atención un titular, a priori, atrayente: “¿sirven para algo los pelos púbicos?”. Mi reacción inmediata ha sido: ¡Por supuesto que sí! Me sorprende que aún se cuestione la utilidad de algo tan natural y fundamental para nuestro cuerpo, aunque sea para defender que, como cantaba Gloria Trevi, es mejor siempre llevar el pelo suelto. Quizás una pregunta más lógica sería directamente: ¿por qué tenemos vello púbico?
Vivimos en una era en la que el láser y la depilación brasileña, una actividad que nació en las playas de Río de Janeiro, en Brasil, en la década de 1980 para lucir bikini, parecen ser la norma. Además, en los últimos 40 años los métodos para eliminar el vello han mejorado considerablemente, desde la electrólisis a las tecnologías láser más avanzadas. Todo para que nuestros odiados pelos desaparezcan.
Por ello, y por la cantidad de publicidad e inputs que nos dicen que depilarse es lo que hay que hacer, es fácil olvidar que cada pequeño pelo en nuestro cuerpo tiene una función específica y esencial. Sin excepción. No solo están ahí por capricho evolutivo. Cada parte de nuestro cuerpo, hasta los molestos pelos y el sudor que desprendemos cuando hacemos deporte, responde a necesidades biológicas.
(Nota para quien lea este artículo: hablaremos de vello púbico femenino por lo cultural que acarrea. Porque, como dice Bel Olid, “No se le dice a un hombre ‘asqueroso’ por no depilarse“). En todo caso, su pelo púbico cumple la misma función).
LA EVOLUCIÓN DE LA DEPILACIÓN
La depilación ha sido desde siempre una expresión de clase y feminidad, y ha modelado las dinámicas de género a lo largo del tiempo, así como también ha definido la noción de “el cuerpo ideal”.
La práctica de la depilación tiene una larga historia que se remonta a siglos atrás. Hombres y mujeres ya se depilaban en la Edad de Piedra, y esta costumbre continuó en civilizaciones como Egipto, Grecia y Roma, donde una piel suave simbolizaba pureza y superioridad. En Persia, la depilación era un rito de paso hacia la adultez y el matrimonio para las mujeres. Durante la Edad Media, el vello corporal en las mujeres católicas era aceptado mientras permaneciera oculto. A finales del siglo XIX y principios del XX, influenciados por las teorías de Darwin y la moda, la depilación se convirtió en un estándar de belleza en Occidente, asociada a la feminidad y la higiene. Los medios de comunicación y las empresas promovieron esta práctica como una necesidad femenina.
Desde los primeros homínidos al homo Sapiens, podemos afirmar que el cuerpo sí que ha perdido todo aquél vello que no era “necesario”. Se mantiene el pelo de la cabeza (aunque no siempre), el vello más o menos copioso por todo nuestro cuerpo, el pelo de las axilas, el pelo de las cejas y, ¡oh casualidad! el vello púbico.
¿Será un capricho del azar o será que realmente cumple funciones básicas para nuestra salud?
- La primera línea de defensa: el vello púbico está siempre alerta y listo para proteger. Estos pelos actúan como una barrera física y evitan que partículas extrañas, bacterias y otros agentes infecciosos invadan zonas delicadas. Así, funcionan como una especie de “bosque” que detiene cualquier intruso no deseado antes de que pueda causar problemas.
- Reductores de fricción: el vello púbico también desempeña un papel crucial en la reducción de la fricción durante la actividad sexual y otras actividades físicas. Imagina frotar dos superficies desnudas y delicadas repetidamente; el resultado podría ser irritación y dolor. Aquí es donde nuestros pelos entran en acción, y proporcionan un cojín suave que reduce al mínimo la fricción y protege la piel sensible de lesiones.
- Termorreguladores naturales: además de proteger y amortiguar, el vello púbico ayuda a regular la temperatura en la zona genital. Esta región del cuerpo es especialmente susceptible a los cambios de temperatura, y el vello actúa como un aislante natural, manteniendo la zona fresca en climas cálidos y caliente en climas fríos.
- Feromonas y comunicación sexual: los pelos púbicos también tienen un rol en la comunicación sexual. Están situados en zonas donde las glándulas apocrinas son más activas, produciendo sudor que, al descomponerse, libera feromonas. Estas sustancias químicas desempeñan un papel en la atracción sexual, enviando señales olfativas sutiles, pero poderosas, que pueden influir en el comportamiento y la atracción.
- Indicadores de salud: finalmente, el estado del vello púbico puede servir como un indicador de salud general. Cambios en el grosor, color o densidad pueden reflejar alteraciones hormonales, deficiencias nutricionales o incluso ciertas condiciones médicas. Así, estos pequeños pelos pueden ofrecer pistas valiosas sobre lo que está sucediendo dentro de tu cuerpo.
“EL PELO NOS HACE FEAS”
Lejos de ser una mera molestia estética, el vello púbico es un componente vital de nuestra anatomía, pues desempeña múltiples roles que van desde la protección hasta la atracción sexual. A pesar de ello, socialmente se perciben como algo feo y no deseado. Citando de nuevo a Olid, autora de A contrapelo, la depilación “es un tipo de violencia hacia las mujeres; nos convencen de que con vello estamos feas”.
Personalmente, llevo un tiempo depilándome de manera selectiva y cuando lo considero necesario. La verdad sea dicha, pocas veces al año. Sin embargo, a menudo esta “necesidad” viene dada por un diálogo interno con mi propio cuerpo, que ha alcanzado un límite preconcebido de aceptación social del vello. No tanto por mí, sino por la preocupación de lo que otros puedan pensar cuando estoy en el gimnasio con pantalones cortos o uso camisetas sin mangas en verano. Como si el ángel fuera mi conciencia y el demonio, mi respuesta a la presión social. Esta consciencia no es trivial. Todas tenemos un bagaje cultural y educativo que nos ha inculcado la idea de que debemos depilarnos para no parecer feas, y deconstruir esta construcción no es tarea fácil.
Los datos indican que las chicas jóvenes se depilan más hoy en día que las mujeres de 50 años, pero, que a la vez, les importa menos que sus homólogas no lo hagan. Quizás porque, en su evolución más reciente, el vello corporal (no solo el púbico) ha sido adoptado por un gran número de mujeres jóvenes, quienes están transformando esta antigua fuente de vergüenza social en un símbolo de fortaleza personal.
Que cada una haga lo que desee y sienta que es mejor para su cuerpo. Más que nada, deberíamos reflexionar sobre las razones detrás de nuestras decisiones, y abrazar la conciencia de del acto de depilarnos.