Los investigadores Christian Bronstein y Eric Winer llevaron a cabo una investigación sobre los efectos que tiene la jornada laboral de 8 horas, establecida por ley en la mayoría de países del mundo, en nuestra vida personal. La conclusión fue clara y directa: no deberíamos trabajar más de 6 horas al día. Siguiendo esta premisa se une el filósofo Antonio Fornés, que cita textualmente: “Actualmente trabajamos más horas que un esclavo romano, pero creemos que vivimos en una sociedad libre.”
CAMBIO DE MENTALIDAD
Pasamos un tercio de nuestra vida en el trabajo, la mayor parte del día. Con esto, poco tiempo nos queda para pensar, transformar y crear la vida y la sociedad que queremos. El funcionamiento del sistema en el que vivimos sigue en crisis, no solo económica, sino también cultural y personal, y esto siempre nos advierte de que debe haber una transformación. Quizá va llegando el momento de dedicar más tiempo a enriquecernos como personas en lugar de pasar largas horas en el trabajo, produciendo, además, la mitad en el doble de tiempo. Y es que trabajar menos horas no implica una menor producción. Al contrario.
Nuestra vida se rige por nuestro trabajo, con excepciones, claro está, pero en la mayoría de casos es así. Sin embargo, una sociedad que anteponga el valor de la vida por delante del valor del mercado no interesa a una gran mayoría. No olvidemos que trabajamos para mantener un engranaje muy bien montado (las cosas son como son), pero en el que sólo unos privilegiados se benefician.
Claro está que no podemos dejar de trabajar y ésta tampoco es la solución, pero sí que trabajar parte de tu día y hacer lo que te gusta resulta esencial para vivir una vida plena. Para ello, el primer paso sería reducir la jornada laboral de 8 horas a 6 horas diarias sin reducción salarial, con base en que nuestro valor de cotización no va en función de las horas trabajadas, sino de los resultados que ofrecemos.
BENEFICIOS DE REDUCIR LA JORNADA LABORAL
Veamos las conclusiones a las que llegaron los investigadores y que justifican esta clara necesidad de una transformación y un cambio de chip.
1. Reducción del desempleo
Con una reducción de las horas laborales se crearían más vacantes, lo que permitiría la incorporación de mayor personal y, por lo tanto, una disminución del desempleo.
2. Vida familiar y afectiva
Se favorecería la cohesión familiar y una mayor presencia de los padres y madres en el crecimiento de sus hijos. Y no solo esto: una jornada laboral de 6 horas permitiría equilibrar nuestra vida afectiva, cultivar y disfrutar de los vínculos que dan a nuestra vida un significado, la pareja, la familia y los amigos.
3. Avances tecnológicos
La revolución de las nuevas tecnologías a las que ya estamos prácticamente todos sucumbidos ha llevado a un gran avance en términos laborales, como por ejemplo una reducción considerable de tiempo y esfuerzo gracias a la inmediatez del móvil, el fax, internet y toda la digitalización en general. La lógica nos lleva a pensar que con estos avances nuestro tiempo en el trabajo debería ser menor y con el mismo resultado, pero no es así.
Volviendo al filosofo Antonio Fornés, sus palabras son claras: “La Revolución Industrial prometió que las máquinas irían reemplazando a los hombres y, por consiguiente, no tendríamos que trabajar para vivir. Tres siglos después, las máquinas han sustituido a los hombres en prácticamente todos los trabajos manuales pero, sin embargo, los hombres siguen trabajando como entonces. ¿No te parece curioso que se mantenga el mismo número de horas que en 1926? ¿Puedes creer que las increíbles máquinas y la bendita Ciencia no hayan liberado -¡ni si quiera un poquito!- en 100 años de esa esclavitud, que es el trabajo, al hombre?” Da que pensar ¿no?
4. Estudios y capacitación
Es muy difícil poder compaginar un trabajo de 8 horas con el estudio de cualquier otra disciplina. El tiempo no-laboral del que se dispone es insuficiente a las exigencias académicas, lo cual lleva al abandono o a la realización de esfuerzos sobrehumanos para compaginar las dos cosas. Y no solo eso, sino que la rápida evolución de las tecnologías obliga a estar al día de muchos campos para poder realizar bien nuestro trabajo, lo que suele implicar más horas de formación.
5. Salud
Ocupar la mayor parte del día en el trabajo impide el tiempo que deberíamos dedicar a nuestra salud física y psicológica: deporte, meditación, paseos, relax… A cambio, aumenta el estrés, nervios, dolores de cabeza y ansiedad.
6. Incremento de la productividad
Según los investigadores, en el año 2007 el Euroíndice IESE-ADECCO (EIL) analizó el mercado laboral de siete países europeos y los resultados fueron sorprendentes: los países europeos con jornadas medias más cortas (Holanda, Alemania y Bélgica) presentaron mayor productividad por hora trabajada que el resto.
Con estos resultados queda constancia de que no existe relación entre una jornada laboral más extensa con una mayor productividad. Al contrario, el efecto puede ser justo el contrario, llevando a una desmotivación del trabajador y a una menor excelencia en su trabajo.
7. Recursos energéticos e impacto ambiental
Trabajar menos horas implica una mayor producción y una disminución de los costes asociados a los recursos energéticos (luz, calefacción, aire acondicionado), lo que supone un ahorro para la empresa y una gran disminución del impacto ambiental.
8. Hacinamiento
Con más turnos de trabajo es mas fácil poder hacer un uso inteligente y eficiente del transporte, tanto publico como privado. Mejoraría el trafico de personas en horas punta, simplificaría la movilidad y, de nuevo, se produciría una disminución del impacto ambiental.
9. Desarrollo creativo
Toda actividad creativa o cultural queda en segundo plano, ya que no se dispone de tiempo suficiente para todo. Una jornada laboral reducida favorecería el desarrollo creativo, lo que ayudaría a transformar a la sociedad. Ahora vemos nuestros turnos como normales, cuando debemos ver que no lo son.