El mercurio es un metal presente en el medio ambiente de manera natural, resultado de la erosión de las rocas y de las erosiones volcánicas. Sin embargo, la actividad humana aumenta de forma considerable su presencia hasta llegar a límites peligrosos para la salud. La industria del petróleo, del carbón o del cemento son las más problemáticas. El mercurio llega a nuestro organismo, entre otros, a través del consumo de alimentos, sobre todo pescado y marisco. La forma más peligrosa de este metal es su forma orgánica, denominada metilmercurio, presente sobretodo en el tiburón, el atún o el pez espada, y que puede afectar a nuestro cerebro.
NIVELES AUTORIZADOS
Según informa en sus investigaciones el Comité Mixto de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) y la OMS (Organización Mundial de la Salud), comer pescado no supone un riesgo para la salud humana en cuanto a la presencia de mercurio, ya que la exposición a este compuesto es inferior a la ingesta diaria admisible. De hecho, un estudio publicado en el Journal of the American Medical Association afirma que los beneficios del marisco son mayores que los efectos negativos del mercurio. Pero, ¿es esto cierto?
La organización Environmental Working Group (EWG, por sus siglas en inglés) ha realizado un estudio para determinar los niveles de mercurio en las mujeres embarazadas que consumieron la cantidad de pescado y marisco recomendada (de dos a cuatro veces/semana). El estudio se ha realizado conscientemente a una población muy susceptible, las mujeres embarazadas. Sin embargo, los resultados pueden extrapolarse al resto de personas, ya que los efectos mercurio pueden afectar al desarrollo cerebral y al sistema nervioso de quienes lo consumen.
Los resultados fueron los siguientes:
- 3 de cada 10 mujeres tenían niveles de mercurio considerados de riesgo durante el embarazo (el mercurio afecta al desarrollo del feto).
- Las que consumían más de dos veces/semana marisco tenían un promedio de 11 veces más mercurio que las mujeres que no consumían pescado.
- La mayoría de restos de mercurio encontrados provenían de los pescados catalogados como “seguros” para un consumo moderado, mayoritariamente de los filetes de atún y el atún crudo.
El estudio concluye con la afirmación de que la solución no es dejar de consumir pescado, ya que es una muy buena fuente de ácidos grasos omega 3, sino actualizar las recomendaciones y los límites tolerables de mercurio en los diferentes tipos de pescado y marisco. Los alimentos con más cantidad de mercurio son el atún (en todas sus variedades), mero, halibut, lubina, pez espada, caballa o las gambas.
¿CÓMO MINIMIZAR EL RIESGO?
- Ten en cuenta tu peso. A más peso, más tolerancia a los niveles de mercurio (entiéndase peso saludable). Si quieres saber qué cantidad de mercurio puedes consumir según tu peso, echa un vistazo a la “calculadora” de EWG.
- Consume fuentes de omega 3 bajas en mercurio. Elije siempre que puedas pescado y marisco rico en omega 3 pero bajo en mercurio, como por ejemplo el salmón salvaje, la trucha, las sardinas o los mejillones.
- Si estas embarazada, infórmate de los pescados y mariscos que debes evitar: atún, gamba, lubina, pez espada o tiburón.
- Elije pescado de pesca antes que de piscifactoría. Investigaciones procedentes de Harvard advierten que la cantidad de omega 3 del pescado salvaje es mucho mayor que en los pescados de piscifactoría. Añaden, además, que el marisco de piscifactoría puede tener hasta 10 veces más toxinas que los peces salvajes.