Sobrevivir. Este podría ser el motivo por el cual las primeras sociedades comenzaron a competir lúdicamente entre ellas. Tras muchos años, más allá de la supervivencia, practicar un deporte en equipo permite perfeccionar habilidades físicas, facilitar el compromiso con los otros o desempeñarse mejor bajo presión.
DESARROLLO Y REFINAMIENTO DE HABILIDADES
Un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Oregon y publicado en la revista Human Nature indica que los deportes en equipo tienen profundas raíces en nuestro pasado evolutivo. Ya entre cazadores-recolectores hace muchos años, el juego otorgaba una forma de desarrollar, ensayar y refinar las habilidades que son fundamentales para la supervivencia o la reproducción.
Por ejemplo, jugar a las carreras les permitía aumentar la resistencia y la velocidad, lo que les era útil para evadir a los depredadores. Del mismo modo, se cree que la práctica del combate (algo que sólo los humanos hacen en equipo) les permitía desarrollar habilidades usadas en la lucha real. Este tipo de juegos implicaban el uso de acción coordinada y fuerza física no letal por parte de dos equipos opuestos, todo en un esfuerzo por aumentar las posibilidades de éxito y reducir las posibilidades de lesión durante incursiones reales y potencialmente mortales. Cada uno de dichos equipos intentaba alcanzar un objetivo físico predeterminado, como anotar un gol, a la vez que evitaban que sus oponentes hicieran lo mismo.
Como curiosidad, para realizar el trabajo, los investigadores analizaron los primeros registros de sociedades descritas como cazadores-recolectores en el Atlas etnográfico de George P. Murdock, donde se recoge información de más de 1150 sociedades de todo el mundo. Aunque el juego (o su ausencia) no fue documentado de forma habitual o exhaustiva por los primeros etnógrafos, los expertos lograron encontrar información sobre juegos en equipo en 46 de las 100 regiones estudiadas que tenían las características específicas para poder entrar en el análisis.
Las actividades en las que se utilizan palos para golpear objetos (y algunas veces personas) fueron el tipo de juego más común (se encontró en el 39% de los grupos), seguidas por juegos que incluyen patadas y juegos similares al rugby. Los investigadores también encontraron mucha documentación de actividades que involucran correr, agarrar, parar y tirar. Estas habilidades físicas reflejan las utilizadas por los cazadores-recolectores cuando atacan a otros grupos.
CLAVES Y CURIOSIDADES DEL DEPORTE EN EQUIPO
- En el estudio se encontró que un porcentaje relativamente elevado de deportes en equipo los realizaban niños pequeños, lo que sugiere que la motivación para participar en deportes colectivos surge en la infancia.
- El juego en las primeras sociedades no tenía solo beneficios físicos, sino que el deporte en equipo brindaba la oportunidad de trabajar de forma colectiva. Aprendían a anticipar, monitorizar y responder estratégicamente a las acciones de sus oponentes.
- El deporte en equipo les permitía evaluar constantemente situaciones como el agotamiento del otro equipo o el número de participantes eliminados.
- La participación periódica en este tipo de deportes durante la niñez, la adolescencia y la adultez temprana aporta la oportunidad de evaluar el compromiso propio.
- La evidencia generalizada de juegos colectivos entre las sociedades cazadoras-recolectoras sugiere que la motivación para participar en ellos es una característica universal de la psicología humana.
PRACTICA UN DEPORTE EN EQUIPO
Hoy día, los deportes de equipo estimulan la confianza en uno mismo, brindan oportunidades de interacción social, ofrecen una posibilidad de divertirse o enseñan el valor del esfuerzo. Todo ello sumado a las bondades intrínsecas sobre la salud de realizar ejercicio periódico, entre los que se incluyen la prevención a largo plazo de enfermedades cardíacas, diabetes y otros problemas de salud. He aquí algunos escuetos y rápidos beneficios:
- Permite mantener un buen estado general de salud de forma divertida.
- Mejora el descanso y la calidad del sueño.
- Permite hacer conciencia del valor y de las recompensas del esfuerzo continuo.
- Ayuda a aprender que para alcanzar objetivos se requiere una etapa de aprendizaje, sacrificios y esfuerzo (no todo es inmediato, ni fácil de conseguir).
- Facilita una mejor gestión de la frustración.
- Fomentan la socialización.
- Puede mejorar la autoestima.
Fuente | Springer