“No enfrente de los niños.” Es una demanda histórica entre progenitores que tratan de evitar mostrar emociones negativas delante de sus hijos. ¿Es realmente bueno esconderles las cosas no tan buenas que ocurren a su alrededor? ¿Es positivo crearles una burbuja de buen rollo y felicidad? No hablamos de discusiones a gritos entre parejas, que quede claro. Hablamos de expresar las emociones cuando algo produce estrés. Del mismo modo que expresamos la alegría, quizás también podría ser positivo expresar aquello que no nos hace tan felices.
Un artículo recientemente publicado en la revista Emotion llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Vancouver y de California ha estudiado este tema, y ha revelado hallazgos según los cuales podría ser mejor expresar emociones negativas, siempre de una manera saludable, que reprimirlas.
La realidad es que los niños perciben la supresión de las emociones negativas. En otras palabras: sienten que hay algo que no se les está diciendo. El resultado es que recogen ese “residuo emocional” y lo convierten en emoción negativa en ellos mismos.
INHIBICIÓN O MUESTRA DE EMOCIONES
El estudio se llevó a cabo en 109 madres o padres con sus hijos. Los participantes se dividieron en grupos de padres y madres, pues los científicos quisieron estudiar diferencias potenciales entre géneros.
En primer lugar, los investigadores sometieron a los padres una tarea estresante: hablar en público recibiendo comentarios negativos por parte del público. Después, se les requirió a completar una actividad lúdica con sus hijos, algunos con la indicación de reprimir sus emociones y a otros con la indicación de actuar con naturalidad.
Si bien la actividad fue la misma para todos (construir un Lego), los niños de 7 a 11 años recibieron las instrucciones del juego en papel, con la indicación de no tocar las piezas. Así, fueron los progenitores quienes tuvieron que construir el artefacto. Como es de esperar, esto les obligó a trabajar juntos. Los investigadores se centraron en estudiar la capacidad de respuesta, la calidez y la calidad de las interacciones.
RESIDUOS EMOCIONALES
Los progenitores que habían recibido la instrucción de reprimir el estrés posterior a la charla en público originaron menos interacción positiva durante el juego de construcción. No sólo ofrecieron menos a sus hijos, sino que los niños también fueron menos receptivos y positivos con ellos. Tal como si los progenitores les estuvieran transmitiendo sus emociones sin necesidad de verbalizarlas.
En la búsqueda de diferencias de género, hubo resultados interesantes para los investigadores. La supresión emocional hizo que los niños fueran más sensibles a sus madres. Por el contrario, mostraron menos cambios cuando era el padre quien reprimía sus emociones.
No hay suficientes datos que puedan extraerse de otros estudios que expliquen por qué ocurre esto. No obstante, los investigadores sospechan que pueda estar relacionado con el hecho de que los hombres suelen reprimir las emociones con más frecuencia que las mujeres (datos extraídos de otros trabajos anteriores). Así, por el hecho de no ser inusual, podría no afectar tanto a la respuesta de los niños.
Los expertos indican que hay una cantidad de estudios que han constatado que los niños son buenos para recoger el “residuo emocional” de sus progenitores. En este sentido, captan las señales sutiles de las emociones y, si sienten que ha ocurrido algo negativo y los progenitores actúan con normalidad y no lo abordan, es confuso para ellos. No son más que mensajes contradictorios que los confunden.
Con todo, los expertos sugieren que lo mejor sería permitir a los niños vivir conflictos saludables, desde el principio hasta la resolución. En este caso, sería mejor, por lo tanto, que entendieran que sus progenitores pueden estar molestos por lo ocurrido durante la charla, pero que pueden hacer algo para mejorar la situación de forma saludable (decirlo es ya, por sí mismo, saludable). Eso podría ayudar mejor a los niños a regular sus propias emociones y también a darles estrategias para solucionar problemas, básicamente porque ven que pueden resolverse.
FUENTE | Washington State University