viernes , 21 marzo 2025
Desmontando la pirámide nutricional

Desmontando la pirámide nutricional

Quizá haya llegado la hora de revisar las normas de alimentación y tirar viejas creencias por la ventana, si así lo crees oportuno. Detrás de la industria alimentaria hay muchos intereses y no siempre el objetivo final es la salud del consumidor.

Vayamos por pasos. La pirámide nutricional o pirámide alimentaria es un gráfico que nos indica cuáles son los alimentos necesarios en la dieta y en qué cantidades los necesita el organismo para llevar una alimentación sana y equilibrada. ¿Es en realidad saludable?

CEREALES, BASE DE LA ALIMENTACIÓN

piramide

Una de las premisas principales de la pirámide nutricional es la recomendación de que el consumo de hidratos de carbono (pan, pasta, patatas, arroz) ocupe entre el 55% y el 60% del consumo total de los alimentos. Más de la mitad de lo que ingerimos, por tanto, deberían ser hidratos de carbono. ¿Sirve lo mismo para una persona sedentaria que para una persona activa? Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), sí.

Desde la aparición de la pirámide nutricional, los cereales han sido la base de nuestra alimentación. Curiosamente desde entonces, la población mundial sufre una epidemia sin precedentes de enfermedades cardiovasculares y de diabetes tipo 1 y 2, afecciones que años atrás eran prácticamente inexistentes. ¿Casualidad? Da que pensar.

Los cereales se consumen como alimento para el hombre desde hace solamente 10.000 años. En realidad, durante los 2 millones de años anteriores funcionamos mucho mejor sin ellos. Son incalculables los estudios que constatan que el consumo excesivo de hidratos de carbono causa serios problemas de aumento de peso, resistencia a la insulina, ansiedad, cansancio, falta de energía y enfermedades cardiovasculares. Vivimos en una sociedad en la que la diabetes en niños ya es habitual, en la que la principal causa de muerte se achaca a los problemas del corazón, en la que la ansiedad, el cansancio y la depresión forman parte de la normalidad en nuestras  vidas. ¿Deben ser los carbohidratos la base de nuestra alimentación? Rotundamente NO.

LA COMBINACIÓN ENGAÑOSA

En el segundo eslabón aparecen las frutas y las verduras. Según la pirámide, deben consumirse ambas por igual. No se tiene en cuenta, por lo tanto, que las verduras deberían ser mucho más significativas que las frutas, al poseer más vitaminas y antioxidantes. En realidad, habría que comer hasta diez porciones diarias de verduras y sólo tres de frutas. Pero, ¿qué es lo más fácil?: indicar que con cinco raciones es suficiente y no especificar nada más. La fruta, aunque es fuente de vitaminas y minerales, supone una alta dosis de azúcares y, por ende, nuestro cuerpo lo asimila como tal.

Un buen ejemplo lo encontramos en los zumos de fruta naturales. Al contrario de lo que creemos, no son la mejor opción. Con los zumos se ingieren de 2 a 4 naranjas enteras licuadas, es decir, sin la fibra. Esto aumenta los niveles de azúcar en sangre en pocos minutos. La consecuencia es que el hígado se ve forzado a utilizar la insulina para combatir tales niveles desorbitados de azúcar, lo que se traduce en desequilibrios hormonales y más hambre al poco rato. Pero no hace falta demonizar a los zumos. ¿Quieres jugos? Añade verduras y sólo una pieza de fruta.

LAS GRASAS ¿EL ENEMIGO NÚMERO UNO?

Llegamos a las grasas. Vivimos bajo un veto a las grasas, bombardeados con el falso mito de que éstas son las verdaderas causantes del sobrepeso y de las enfermedades cardiovasculares, cuando la realidad es otra.

Las grasas procedentes de fuentes saludables (no estamos hablando de la bollería industrial o de las grasas hidrogenadas) son un gran aliado para la pérdida de peso y la reducción del desarrollo de enfermedades. En nuestra gran pirámide, si bien es cierto que las grasas saturadas se localizan por encima de las insaturadas, la diferenciación entre ambos tipos debería ser mayor.

El pescado azul, los aguacates, las aceitunas, las nueces y las semillas son saludables, mientras que la margarina, los embutidos o las cremas de queso deberían reducirse al máximo o eliminarse de nuestra dieta. La mayor parte de la grasa saturada que consumimos no procede de la carne, los huevos o el pescado, sino de alimentos procesados como las pizzas, los postres o las salsas, entre muchos otros.

En última instancia nos quedan los dulces, al pico de la pirámide. Quizá sean los únicos alimentos bien ubicados, aunque, para rizar el rizo, ni deberían existir en una pirámide, a priori, saludable. El consumo de dulces es veneno puro para el organismo. Deben consumirse, si se consumen, muy esporádicamente.

UNA NUEVA PIRÁMIDE

Del mismo modo que no hay dos personas iguales, no hay una dieta que funcione bien para todos. Lo ideal sería adaptar la dieta a las costumbres y la disponibilidad de los alimentos locales, dejando enterrados los alimentos procesados y aquellos en cuyas etiquetas haya nombres que no podemos ni leer.

Es más importante la calidad de los alimentos que el tipo de alimento en sí o a qué grupo pertenece. Ya hemos visto que en un mismo grupo hay alimentos buenos y otros no tan buenos.

Bajo mi punto de vista, la pirámide nutricional podría ser la que describo a continuación, aunque no me caso con nada:

  • Verduras: de 5 a 10 porciones diarias.
  • Frutas: de 2 a 4 porciones diarias.
  • Carne, aves, pescado, huevos, legumbres: de 3 a 5 porciones diarias.
  • Grasas buenas (aguacates, pescado azul, aceite de oliva, frutos secos): de 1 a 3 porciones diarias.
  • Carbohidratos (cereales integrales –pan, pasta, arroz-): de 1 a 2 porciones diarias.
  • Lácteos (leche, queso, yogur): de 1 a 2 porciones diarias.

Abogo por una dieta vegetariana, por una dieta vegana o incluso por el movimiento Paleo (nada de cereales y muchas proteínas animales y vegetales). Como he mencionado, a cada persona le funcionará una manera de nutrirse, y de ello dependen sus creencias, costumbres, cultura y respuesta de su cuerpo.

Sobre Natàlia Gimferrer

Experta en Salud, Natàlia es enfermera, nutricionista, tecnóloga de alimentos y certificada como health coach por el Institute for Integrative Nutrition (Universidad de New York, USA).

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Un comentario

  1. Natàlia Gimferrer

    Muchas gracias Inés! 🙂

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