Hoy hablamos del falso y extendido mito de “si comes menos calorías de las que gastas, adelgazarás”. O al revés, “si quemas más calorías de las que comes, adelgazarás”. Para empezar, no todas las calorías son iguales. Dejemos, por favor, de contar calorías. Si bien una caloría de pan representa la misma que una caloría de chocolate cuando las tenemos en un plato, no pasa lo mismo en nuestro interior una vez las ingerimos.
LA CALIDAD ES LA CLAVE
Dos alimentos pueden tener la misma cantidad de calorías y, sin embargo, generar una respuesta química y hormonal completamente diferente en nuestro organismo. Porque, sin importar las calorías que haya en un determinado alimento, siempre hay una respuesta del organismo clave para ayudar al cuerpo a mantener tu peso y tu salud, o para enfermar.
Si hay un sobrepeso, puede ser que tu cuerpo tenga hambre de nutrientes, o lo que es lo mismo, que esté desnutrido. Por este motivo es de vital importancia la calidad nutricional, es decir, la calidad de los nutrientes presentes en los alimentos que decidimos consumir, no su cantidad de calorías. Las calorías procedentes de los macronutrientes, como los hidratos de carbono (pan, pasta, arroz), las proteínas (carne, pescado, legumbres) y las grasas (aceite, frutos secos), darán una respuesta química y hormonal beneficiosa relacionada con la saciedad, la tasa metabólica, la actividad cerebral, el azúcar en sangre, la manera de almacenar la grasa y, por ende, nos nutrirán.
Ingerir calorías procedentes de estos nutrientes supone un gasto añadido a nuestro cuerpo. Por ejemplo, las proteínas y las grasas hacen más lenta la digestión debido a que se necesita una gran cantidad de energía para romperlas y digerirlas. Esto nos ayuda a controlar el apetito y mantiene el metabolismo activo durante más tiempo, ya que estamos quemando calorías de manera prolongada. Otro ejemplo lo encontramos con las verduras: el cuerpo utiliza más energía para digerir las paredes celulares de los vegetales, sobre todo los crudos, lo que se traduce en un mayor tiempo de digestión y a una respuesta hormonal equilibrada. Por tanto, no son lo mismo 200 kcal de cereales de desayuno que 200 kcal de salmón con verduras. El primero apenas nos aporta nutrientes esenciales, mientras que el segundo nos nutre, nos sacia, nos repara y nos equilibra el azúcar en sangre, entre otros.
ALIMENTOS DE BAJA CALIDAD
Cuando consumimos alimentos de baja calidad, pobres en nutrientes, la respuesta del organismo es totalmente diferente. Las reacciones químicas y hormonales que se desencadenan suponen un desequilibro en cuanto a niveles de azúcar, lo que se traduce en más apetito al poco tiempo, cambios de humor, freno de la pérdida de grasa y deterioro de la salud.
Veamos también ejemplos como la fructosa, presente en la fruta pero también en una gran cantidad de productos de bollería industrial, salsas o comida preparada aparentemente sana (¡leed las etiquetas!). La fructosa es de muy fácil digestión, ya que en cuestión de minutos las partículas digeridas de esta forma de azúcar simple pasan a la sangre. Ello aumenta rápidamente nuestros niveles de azúcar, lo que provoca que comamos más cantidad y que, al poco tiempo, volvamos a tener hambre. Lo mismo pasa con los caramelos, bebidas azucaradas, pasteles o bollería, así como con el consumo de harinas blancas procesadas. Por este mismo motivo, los hidratos de carbono deben consumirse con mucha moderación y, a ser posible, siempre integrales.
Por tanto, todos aquellos alimentos azucarados, refinados, precocinados, salsas, bollería, pastelería, bebidas azucaradas, zumos de frutas concentradas, etc. apenas nos nutren y, aunque algunos sean poco calóricos o, lo que es lo mismo, light, acabaran por engordarnos más.
Sabemos ya que las calorías no son lo más importante en un alimento. Por el contrario, lo que más importa son los nutrientes que componen el alimento, que nos ayudarán a mantener nuestro organismo sano. Desafortunadamente esto no es lo que la industria alimentaria quiere que sepamos. Se gastan miles de millones de euros en publicidad de sus productos “bajos en grasas” o “tan solo 96Kcal por cada mouse de chocolate” con la finalidad de hacernos creer que son una opción saludable. Estos eslóganes son sólo una estratagema de marketing inteligente que nos hace creer que comer pocas calorías nos hará más delgados y saludables. Mentira. Come alimentos que te nutran: verduras, frutas de temporada, pescado, carne, legumbres, frutos secos, aceite de oliva, granos integrales, etc., y reduce tanto como puedas aquellos alimentos que aseguran no tener apenas calorías pero que se han creado en una industria.
Muy interest romped mitos lo tedre en cuenta al compar gracias