Más allá del auge del cáncer, las enfermedades cardiovasculares (ECV) siguen siendo la principal causa de muerte en todo el mundo. Según datos de la Federación Mundial del Corazón, las ECV y los infartos causan 17,5 millones de muertes al año, tanta como la suma de las muertes provocadas por el sida, la tuberculosis, la malaria, la diabetes, el cáncer y las neumopatías crónicas. En España, datos del 2006 del Instituto Nacional de Estadística arrojan que cada año mueren 120.690 personas por cardiopatías, lo que supone un 32,5% del total de las defunciones.
Los esfuerzos de las últimas décadas para reducir la mortalidad asociada al corazón han logrado, por fortuna, mejorar las cifras, pero sobre todo en hombres. La realidad indica que, por desgracia, aún no se ha producido un descenso significativo de la mortalidad en la población femenina por esta causa, a pesar de ser una enfermedad que ataca sin distinción de sexo.
En cifras, las enfermedades cardiovasculares matan, en porcentaje, a más mujeres que a hombres: 55% frente al 43% del total de fallecimientos. Asimismo, los hombres tienen una probabilidad del 30% de morir por su primer infarto, cifra que se eleva hasta el 50% en mujeres.
Uno de los motivos principales es que las mujeres no suelen interpretar las señales de forma adecuada. Pocas veces las acaban relacionando con síntomas de ECV. En realidad, sólo una de cada cuatro reconoce que las afecciones cardíacas son una amenaza mayor que el cáncer.
SÍNTOMAS DIFERENTES
Se ha detectado que, en ocasiones, la sintomatología es diferente. En un importante estudio, MacSweeney, se identificaron diferentes manifestaciones clínicas en mujeres con un infarto agudo de miocardio: ausencia de dolor torácico, mayor presencia de dolor en la espalda, interescapular o en el cuello, e, incluso, únicamente falta de aire.
Asimismo, en situaciones de urgencia, las mujeres suelen malinterpretar los síntomas y relacionarlos con situaciones de ansiedad, estrés, etc. Eso retrasa la visita al médico o, lo que es peor, genera un mal diagnóstico una vez se ha decidido acudir a la consulta. Un estudio norteamericano de 2008 puso en evidencia esta situación en los servicios de atención primaria: ante a los mismos síntomas, el diagnóstico de ECV se dio en el 56% de los varones frente al 15% de las mujeres. Asimismo, el 62% de las visitas de los hombres se derivaron a un cardiólogo, frente a un 30% en el caso de mujeres.
INFRARREPRESENTACIÓN
La mayor información sobre la eficacia de las estrategias terapéuticas se obtiene de estudios y ensayos clínicos en los que se incluyen mayoritariamente varones, y esto sigue sucediendo aunque en los últimos años se ha exigido una mayor presencia de mujeres en la investigación clínica.
¿Por qué no hay tantas mujeres en la investigación en ECV? Existe el mito de que la mujer está protegida frente a esta afección y sus factores de riesgo gracias a los estrógenos. La realidad es que esta “protección” desaparece de manera fulminante en la menopausia, momento en el que se multiplican los factores de riesgo cardiovascular y hay más riesgo de diabetes, aumento del colesterol, sedentarismo y obesidad.
Como indicaba la Fundación Española del Corazón en un comunicado sobre este mismo tema, la limitación en cuanto al tratamiento de las mujeres se ha intentado paliar con importantes iniciativas y estudios, principalmente en Estados Unidos, como WISE (Women Ischemic Study Evaluation), diseñado para tener una valoración completa de la enfermedad coronaria en mujeres. El conocimiento adquirido a través de esta iniciativa, a través de la cual se llegaron a publicar recomendaciones específicas ligadas al sexo, no se ha traducido, no obstante, en un mejor cuidado de las pacientes femeninas.
Pero la preocupación y sensibilidad por parte de profesionales ha llevado a diversas sociedades, como la Sociedad Europea de Cardiología o la American Heart Asssociation a promover campañas de difusión a nivel profesional y social para fomentar el conocimiento y cambiar la actitud frente a este problema. Otro ejemplo es la publicación de las “Guías de Prevención Cardiovascular en la Mujer por parte de 12 Sociedades Científicas, entre las que destacan la American Heart Asssociation, el American College of Cardiology, la American Women Medical Association y la World Heart Federation, y que han sido asumidas por otras 22 instituciones.
De entre las muchas afecciones cardiovasculares, éstas son las fundamentales:
- Cardiopatía coronaria: enfermedad de los vasos sanguíneos que irrigan el corazón.
- Enfermedades cerebrovasculares: afecciones de los vasos sanguíneos que irrigan el cerebro.
- Arteriopatías periféricas: enfermedades de los vasos sanguíneos que irrigan los miembros superiores e inferiores.
- Cardiopatía reumática: lesiones del miocardio y de las válvulas cardíacas debidas a fiebre reumática, enfermedad causada por bacterias denominadas estreptococos.
- Cardiopatías congénitas: malformaciones del corazón presentes desde el nacimiento.
- Trombosis venosas profundas y embolias pulmonares: coágulos de sangre en las venas de las piernas, que pueden desprenderse y alojarse en los vasos del corazón y los pulmones.
De este grupo de enfermedades, la cardiopatía isquémica es una causa fundamental de defunción. En esta afección en específico ya se ha puesto de manifiesto el peor pronóstico global en las mujeres, debido en parte a que se trata de pacientes de más edad y con mayor patología asociada, pero también al retraso en el diagnóstico y a la menor utilización de algunos tratamientos.