Bajo el lema “Dejar de verlo todo negro es posible”, este jueves 5 de octubre se celebra el Día Europeo de la Depresión (DED), iniciativa establecida en 2004 por parte de la Asociación Europa para la Depresión (EDA) y que tiene el objetivo de realizar un llamamiento sobre la necesidad de una mayor sensibilización sobre esta enfermedad, así como de promover los recursos necesarios para poder hacer frente a la importante carga asistencial que ésta supone.
La depresión constituye hoy en día un problema de salud de elevada trascendencia con graves repercusiones tanto para el paciente, los familiares y la sociedad en general. Es más, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el año 2020 la depresión será la principal causa de discapacidad en todo el mundo, sólo superada por las enfermedades cardiovasculares. Uno de cada diez europeos sufrirá depresión al menos una vez a lo largo de la vida, y un 4,4% de la población mundial sufre esta dolencia.
La concienciación social sobre el incremento de la carga asociada a la depresión se hace cada vez más patente, por lo que resulta fundamental disponer de una adecuada información sobre esta enfermedad. Según los datos de la EDA, el coste anual de la depresión asciende a 100.000 millones de euros.
PERO, ¿QUÉ ES LA DEPRESIÓN?
Antes de nada, hay que indicar que:
- La depresión es una enfermedad mucho más común de lo que parece (afecta a en torno a 121 millones de personas).
- Es tratable: la mayor parte de la población mejora con una combinación de psicoterapia, autoayuda y medicación. El diagnóstico precoz, el tratamiento y la información son fundamentales para una mejora rápida.
- Amigos y familia son los principales aliados: son a menudo las primeras personas en detectar los signos de depresión, y los primeros en poder alentar en la búsqueda de ayuda. También son vitales en el apoyo en el proceso de recuperación.
La depresión puede hacer que la gente se sienta muy sola, porque es una enfermedad que no muestra signos físicos y muchas veces produce incomprensión por parte del entorno. La persona afectada manifiesta, de forma prolongada, los siguientes síntomas:
- Cansancio y pérdida de energía.
- Tristeza persistente.
- Pérdida de confianza y autoestima.
- Dificultad para concentrarse y tomar decisiones.
- Aislamiento y falta de voluntad de socializar.
- No ser capaz de disfrutar de cosas que suelen ser placenteras o interesantes.
- Sentimientos innecesarios de culpa o de inutilidad.
- Sentimientos de impotencia y desesperanza.
- Problemas para dormir.
- Dificultades para rendir en el trabajo/colegio/escuela.
- Cambios en el apetito.
- Pérdida del deseo sexual y/o problemas sexuales.
- Dolores físicos.
- En casos extremos, pensamientos de suicidio y muerte (el riesgo de suicidio es hasta 21 veces superior en los pacientes con depresión que en la población general)
DEPRESIÓN EN LA ADOLESCENCIA
En los últimos años, la depresión también se ha introducido entre los más jóvenes. Según la encuesta nacional de salud de 2011, uno de cada diez adolescentes sufre depresión. También un estudio reciente, aunque llevado a cabo en Inglaterra (con sus idiosincrasias) por investigadores de la Universidad de Liverpool, ha indicado que una cuarta parte de las niñas (24%) y uno de cada 10 niños (9%) se encuentran deprimidos a los 14 años. Al parecer, y según el estudio, estas cifras tienen mucha relación con el nivel económico de los progenitores.
Las causas que podrían achacarse a este aumento son principalmente la crisis económica de los últimos años, junto con la falta de expectativas de futuro, y la poca tolerancia a la frustración. Las dificultades para emanciparse, la sensación de depender de la familia, la falta de oportunidades para tomar las riendas de su vida… Todo son elementos que van mimando su autoestima y a la vez aumentando la sensación de ansiedad y depresión.
Fuente | Asociación Europa para la Depresión