Hasta un 5% de la población conoce la cara más oculta del amor. Unos viven en un perpetuo estado de enamoramiento con varias personas a la vez y otros se «enganchan» a una sola persona como si fuera una droga.
Apenas se ha hablado de la adicción al amor. Quererse nunca debería ser algo negativo, porque tiene como resultado un reforzamiento positivo: el cariño. Pero existe una diferencia inmensa entre amar y ser un adicto al amor. También existe una amplia distancia entre estar más enamorado de la idea del amor que de tu propia pareja. El núcleo de la fantasía en la adicción al amor es la expectativa de que alguien más puede resolver los problemas, por lo que los afectados proporcionan una consideración positiva incondicional en todo momento al objeto de adicción. Cuando no se cumple esta necesidad realista, los adictos amor pueden sentirse resentidos y acabar generando conflictos en sus relaciones con los demás (culpándoles de que sus expectativas no se han cumplido).
La adicción al amor puede dirigirse a una persona (amantes, amigos, hijos…). Este tipo de adicción conlleva el no poder vivir con independencia del otro, sentir que es posesión. La adicción también puede manifestarse a través de la idea de tener una relación, como ya hemos comentado (estar más enamorado de la idea de tener pareja que de la persona). Pueden encontrarse también aquellas personas que rompen y reinician relaciones, y los que se aferran a los efectos reforzantes de su relación (“Te odio, pero no puedo dejarte”). Por último, existen personas adictas al romance, la aventura, la pasión… Se preocupan por los rituales románticos: citas, cenas, sexo en lugares poco comunes… toda la parafernalia tentadora del romance pasajero. Incluso hay muchos que tienen varias relaciones a la vez.
Stanton Peele fue quien, en 1975, definió como tal la adicción al amor como «personas que carecen de autoestima y dudan de su lugar en este mundo, no tienen familia ni relaciones amistosas ni un objetivo que les motive en la vida. En su infancia han sufrido algún tipo de déficit afectivo en cuanto a la confianza por parte de los padres, sobre la oportunidad de comprometerse con otra persona y capacidad para hacer amigos». Según los especialistas, la adicción al amor propiamente dicha podría ser un patrón más común en los hombres, mientras que las mujeres suelen meterse en relaciones enfermizas y dependientes.
“MÁTAME, PERO NO ME HAGAS DAÑO…”
- Tienen como objetivo vital encontrar una pareja con quien pasar el resto de sus días. Tienen un objetivo de la felicidad desviado: no se dan cuenta de que ésta no debería encontrarse en otra persona, sino en ellos mismos.
- Codependencia, presente sobre todo en mujeres. Estas personas confunden el amor que creen sentir con una adicción y obsesión totales hacia otra persona. Esto hace que muchas veces sea imposible abandonar una relación que les está haciendo infelices. Es una adicción y, como toda adicción, primero debe acontecer en la conciencia para decidir dejarla. En esta incesante voluntad de que esta persona destructiva sea el hombre o la mujer de sus sueños (sin ellos su vida sería insoportable), el adicto al amor puede llegar a perder su propia identidad y tolerar malos tratos porque están dispuestos a pagar cualquier precio para retener a esa persona.
- Miedo al abandono y a la soledad, lo que hace que prolonguen y reanuden relaciones destructivas. La pareja es su prioridad, la persona más importante en su vida, y por esta razón procura pasar el mayor tiempo posible con él o ella y le dedica muchos esfuerzos, llegando incluso a descuidar a sus amistades y a quedarse muy solos (por ocultarse a sí mismos la dependencia de los demás). El adicto al amor vive en constante infelicidad ante el temor constante de que llegue el momento en el que pueda suceder la “temida” ruptura.
- Celos descontrolados y sentimiento de posesión: inseguridad sobre la relación y sensibilidad hacia las críticas de la pareja.
- Sobreocupación: en muchos casos son personas que no paran en todo el día: trabajan de más, se preocupan de más… Incluso en muchas ocasiones padecen depresión, sufrimiento o cansancio crónico. Tienden a ser el hombro en el que llorar, porque intentan resolver los problemas de los demás, y enferman a causa de la relación sentimental en la que se encuentran.
- Evitan las responsabilidades que tienen hacia ellos mismos vinculándose a personas que no les corresponden o no les hacen caso.
Según la entidad Adictos al Sexo y al Amor Anónimos, existen otras características: mantienen relaciones sexuales y/o se vinculan afectivamente sin conocer a las personas, e utilizan el sexo o la dependencia emocional como sustitutos del cariño, cuidado y afecto que otros obtienen en el seno de una relación sana. También emplean el sexo y los enredos emocionales para controlar a los demás.
La vida del adicto al amor es compleja y discurre por caminos complicados, con problemas económicos derivados de las relaciones paralelas y porque pueden llegar a enviar cientos de mensajes de móvil en un día.
CONCIENCIA DE LA ADICCIÓN
Todas estas obsesiones o fantasías románticas o sexuales paralizan y e impiden concentrarse en las tareas diarias a los adictos al amor. Al igual que con cualquier otra adicción, la recuperación es un proceso de autodescubrimiento. Se requiere la adopción de medidas específicas: romper con la negación y el reconocimiento de la adicción, ser dueño de las consecuencias perjudiciales de la adicción e intervenir para detener el ciclo adictivo.
En última instancia, los adictos amor deben entrar en un proceso de duelo para tratar el dolor emocional subyacente que está en el centro de la adicción. En el libro de Pia Mellody, Adicción al amor: cómo cambiar su forma de amar para dejar de sufrir, la autora aborda el proceso de recuperación y explora las experiencias de la infancia que pueden actuar como factores de riesgo para el futuro desarrollo de la adicción al amor. También Adictos al Sexo y al Amor Anónimos ofrece un marco de apoyo para comenzar el proceso de recuperación.
Fuente | PsychCentral